Los residuos propios de la actividad humana, si no son eliminados del agua con plantas de tratamiento, contaminan el líquido y los suelos. Las aguas residuales a menudo son vertidas directamente en cuerpos de agua sin haber recibido tratamiento previo.
El 28 por ciento de la población rural de Colombia enfrenta una situación crítica por la falta de acueducto. Muchos hasta ponen en riesgo su vida por conseguir agua de pozos y ríos, y al consumirla contraen enfermedades.
En Colombia las políticas públicas para el agua en el sector rural han sido intermitentes. La última se diseñó a finales de los años 90 y hasta el 2012 no se estructuró un nuevo programa donde se proyectara llevar soluciones al campo.
En 20 años se pasó de cubrir el 41 por ciento al 72,8, lo que significa que por año solo se le dio soluciones a un 1,59 por ciento de la población. Es una cifra mínima, teniendo en cuenta que en Colombia hay 11’653.673 personas viviendo en el campo.
Aparte de las falencias en la cobertura, la calidad del agua que recibe el campo colombiano no es la mejor. Un informe del Instituto Nacional de Salud (INS) reveló que solo el 15,1 por ciento (900.000 personas) utiliza agua en buenas condiciones para consumo humano, mientras que el 43,6 por ciento usó agua baja en tratamiento o protección y el 23,3 por ciento usó agua cruda, tomada directamente de las fuentes.
Beber agua en condiciones que no son óptimas puede traer problemas de salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen por lo menos 25 enfermedades que pueden ser provocadas por la contaminación del líquido. En el caso de Colombia, las enfermedades más comunes por esta causa son hepatitis A, fiebre tifoidea/paratifoidea y enfermedad diarreica aguda, advierte el INS. Esta última cobró las vidas de 117 niños menores de 5 años en el 2013.
Las plantas de tratamiento de aguas para las zonas rurales en Colombia son indispensables para mejorar la calidad de vida de las comunidades.
Fuente: Diario El Tiempo