Las aguas residuales domésticas son las provenientes de las actividades diarias en los hogares. Los contaminantes suelen ser papel, jabón, orina, heces y detergentes. Estas aguas pueden ser grises o negras.
Las aguas grises provienen de actividades domésticas como el lavado de utensilios, el lavado de ropa, el baño diario de las personas o la preparación de los alimentos. Las aguas negras que están contaminadas con materia fecal y orina que proceden de los desechos orgánicos tanto de animales como de los humanos.
La importancia de tratar este tipo de aguas residuales domésticas radica en la presencia de los agentes patógenos que pueden causar enfermedades e infecciones.
La selección del sistema de tratamiento de aguas residuales domésticas adecuado para cada caso está directamente relacionado a la contaminación que haya en el agua. En el caso de la materia orgánica e inorgánica en suspensión es común que se utilice la sedimentación y la filtración. En cambio, para la materia disuelta se suelen utilizar procedimientos biológicos como por ejemplo la oxidación química.
Para las aguas residuales domésticas se pueden aplicar varios sistemas de tratamiento, la diferencia con los tratamientos aplicados a otro tipo de aguas residuales se fundamenta básicamente en el volumen del agua tratada. Sin embargo, también es posible aplicar otro tipo de tratamientos más sencillos de los que requeriría por ejemplo una gran cantidad de agua residual en industrias.
El tratamiento de aguas domésticas permite recuperarla para ser reutilizada en funciones secundarias. La posibilidad de reusar el agua residual doméstica por ejemplo en sistemas de riego constituye una alternativa para el ahorro de agua proveniente de ríos, pozos, etc. Con un correcto tratamiento surge una nueva fuente de agua con alto valor además de contribuir a reducir de la carga contaminante generada por actividades humanas.